El aprendizaje mediante el juego ha sido parte de la civilización desde hace siglos, incluso en la Edad Media se practicaba ajedrez para enseñar a las personas técnicas militares.
Sin embargo, el término gamificación surge hasta principios del siglo XXI y toma fuerza sobre todo en Estados Unidos, donde grandes empresas descubrieron que la implementación de la gamificación puede mejorar la productividad y la capacidad de retención de conocimientos de sus colaboradores.
La gamificación se puede definir como una técnica de aprendizaje basada en una mecánica de juegos trasladada al ámbito educativo-profesional con el fin de conseguir mejores resultados. Busca mejorar la absorción de conocimientos, reforzar habilidades y recompensar acciones concretas.
Este tipo de aprendizaje ha ganado terreno en los entornos digitales y educativos principalmente. Gracias a su carácter lúdico, facilita la interiorización de conocimientos de una manera menos estresante que los modelos tradicionales. Resultando en una experiencia divertida y positiva de usuario, en vez de una lectura catedrática que puede resultar francamente aburrida.
Aunque, no hay que confundirse, la gamificación no debe de verse como un simple juego. Este ejercicio debe de identificarse como un sistema de objetivos, recompensas y puntuaciones.
Incentivando compromiso en las personas, ganas de superarse, trabajo en equipo y una competencia saludable. Por estas razones se ha convertido en una de las tendencias RH más llamativas para las organizaciones.
La razón principal por la que está técnica de aprendizaje funciona es porque ataca los tres motivadores principales del ser humano: la búsqueda de reconocimiento, el sentido de competencia y las recompensas. En efecto, la tecnología es sin duda parte esencial de la gamificación, pero no es su base.
De acuerdo con Gabe Zichermann miembro de Gamification by Design, "La gamificación es un 75% psicología y un 25% tecnología". Una herramienta útil de gamificación tiene que motivar lo suficiente a una persona para cumplir con los retos y debe de dividir las tareas de forma que parezcan más atractivas y aumenten la capacidad percibida del usuario.
Aquí es importante mencionar a las generaciones actuales. Los millennials han crecido con la transformación digital, son personas hiperconectadas que pasan mucho más tiempo delante de una pantalla e Internet ya está prácticamente en su naturaleza. Esto no es necesariamente bueno o malo, es simplemente el resultado de la revolución tecnológica que se ha venido produciendo en las últimas décadas.
Es por eso que gigantes como Google, Nike y Coca Cola han optado por crear sus propias herramientas de gamificación. Según un reporte de MarketsandMarkets, la industria de la gamificación estará valuada en 11.1 billones de dólares a finales del 2020. ¡Impresionante! Más si se considera que en 2015 valía 1.65 billones. Un crecimiento exponencial.
No cabe duda, que esta manera de aprender es una de las tendencias RH más importante de la década. Las empresas del futuro necesitan nuevos instrumentos para adaptarse a una realidad que cambia vertiginosamente, en donde la capacitación continua es una necesidad real para poder cumplir con las exigencias de los usuarios y del mercado.
De acuerdo con Gartner, el 70% de las compañías de la Global 2000 List, ya utiliza técnicas de gamificación. Asimismo, a partir de un estudio publicado por Deloitte, se prevé que en los próximos años el 25% de las empresas empezará también a adaptar prácticas de este tipo.
Aunque parezca exagero, la gamificación laboral ha comprobado ser un lenguaje de intercomunicación entre las compañías y sus empleados, ya que se adapta a la perfección a la generación de nativos digitales y puede ser un excelente medio para que otras generaciones se integren a prácticas más novedosas. Sin embargo, es importante aclarar que no siempre las herramientas de gamificación funcionan. ¿Por qué?
Generalmente el fallo en la implementación de una herramienta de gamificación está relacionado con una mala planeación o una ejecución pobre. Como empresa se tiene que tener claridad en la estrategia y en los objetivos que se quieren lograr. La herramienta a utilizar debe de ser divertida y práctica para los usuarios.
De igual forma, su implementación y evolución va de la mano con la experiencia del colaborador. Es fundamental preguntar a los empleados cuáles son sus preferencias. Sus recomendaciones y retroalimentación permitirán a los desarrolladores tener un mayor entendimiento y claridad de los cambios que se necesitan hacer.
Si hay una colaboración y un diálogo abierto en su construcción se podrá llegar a un resultado increíble que ayudará a aumentar la motivación de los empleados y será un impulsor de la productividad laboral.