Hace algunos años, los valores que regían las decisiones y acciones en una empresa eran decididos únicamente por la alta dirección. Hoy en día, cada colaborador enriquece a la compañía con sus conocimientos, hábitos, experiencias y normas para así crear una visión compartida conocida como cultura organizacional.
Se refiere a los valores, hábitos, creencias y actitudes que definen la personalidad de una empresa, los cuales impulsan a cada colaborador a actuar en favor de las metas comunes empresariales y según la percepción general que se tiene del ambiente de trabajo.
Esta cultura está directamente relacionada con la experiencia del empleado, la cual influye en el compromiso con la organización, la retención de talento y, por consiguiente, el éxito empresarial.
De acuerdo con varios estudios, las empresas con culturas fuertes experimentaron un incremento 4 veces mayor en sus ingresos. Asimismo, 94% de los ejecutivos y 88% de los empleados considera que la cultura de una empresa influye en su éxito.
Se dice que una empresa posee una cultura organizacional fuerte cuando los valores que la rigen son firmes y aceptados por todos los colaboradores. Por el contrario, esta cultura es débil cuando los empleados tienen poca libertad en el trabajo, existe un evidente desinterés de la empresa por sus empleados y no se ofrecen incentivos que los motiven a realizar un mejor trabajo.
A pesar de que Recursos Humanos se encarga de comunicar la cultura empresarial, es un concepto que desarrollan los mismos empleados, ya que son ellos los que se encargarán de reflejar esta cultura hacia los clientes mediante sus decisiones y acciones. Por ello, es importante que cada uno de los colaboradores comprenda, adquiera y asuma dichos valores.
Actualmente, la globalización y el desarrollo tecnológico han dado lugar a nuevos sistemas de trabajo como el outsourcing (tercerización) y el teletrabajo, los cuales han cambiado la dinámica que tienen algunas empresas con sus colaboradores. En cierta medida, estos factores se han convertido en un obstáculo para la sensación de pertenencia y compromiso por parte de los empleados.
Por estas razones, el área de RRHH debe empezar con una transformación digital al diseñar estrategias en conjunto con el departamento de marketing para fortalecer el employer branding, es decir, la identidad que la empresa busca transmitir a empleados y candidatos de acuerdo con su filosofía y valores.
De esta manera, los colaboradores tendrán en claro lo que pueden esperar de la empresa y de qué formas se benefician al trabajar ahí.
Como parte de la transformación digital, el área de Recursos Humanos debe aprovechar las herramientas tecnológicas para conocer el comportamiento organizacional y gestionar información en tiempo real.
Esta tecnología facilita la toma de decisiones en la gestión de talento y permite hacer predicciones sobre el comportamiento de los empleados a través del análisis predictivo. De igual manera, el Big Data facilita que Recursos Humanos pueda anticiparse a las necesidades de sus colaboradores. Otras funciones de esta tecnología en RRHH son:
La capacitación, un factor indispensable para hacer frente a un entorno tan competitivo, se ofrece de manera flexible a través plataformas tecnológicas a las que el empleado puede acceder en el momento y lugar que más le convenga. Estos cursos generalmente se enfocan en desarrollar habilidades blandas como comunicación, liderazgo, negociación y colaboración.
Los sistemas de trabajo colaborativo no son nuevos, pero han evolucionado mucho y hoy son capaces de potenciar el valor del trabajo en equipo. Al integrar plataformas de trabajo colaborativo, así como las redes sociales internas como parte de su trabajo cotidiano, estas pasan a formar parte de la cultura organizacional.
Así como se cuida que cada interacción con el cliente sea satisfactoria, RRHH necesita preocuparse también por brindar una buena experiencia de empleado, siendo que ellos son el contacto directo con los clientes. En este sentido, se vuelve fundamental comprender lo que sienten y viven los colaboradores, ya sea a través de encuestas de satisfacción o por sesiones de retroalimentación.
Esta metodología se emplea para la resolución de problemas de manera creativa y centrada en el usuario, pudiendo ayudar a cultivar una cultura organizacional más colaborativa, innovadora y atractiva para los empleados. El Design Thinking en sí es una forma de cultura organizacional, ya que representa un conjunto de valores, rituales y comportamientos en los que todos los empleados están de acuerdo para realizar las cosas.
Para diseñar la experiencia del empleado se deben considerar las diferencias culturales de cada región. Incluso, las compañías transnacionales deben adaptar su cultura a estas características particulares.
Cuando las personas se sienten cómodas y valoradas como un elemento clave dentro del equipo de trabajo, significa que entre todos se ha trabajado para construir una cultura organizacional fuerte. Ciertamente, la cultura organizacional es una herramienta enfocada en fortalecer el compromiso de los empleados, motivarlos y elevar su moral con el objetivo de mejorar las relaciones internas, retener talento e incrementar la productividad.