En el mundo competitivo de hoy, las empresas deben sobresalir para crecer. Se requiere dejar a un lado los esquemas cuadrados del pasado y adaptarse a un mercado en constante evolución. El éxito de una empresa depende de la habilidad de su equipo de trabajo para innovar en sus productos, servicios y adaptar sus procesos a las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
La capacidad de una empresa para enfrentar los retos de esta nueva era requiere de una cultura emprendedora, es decir, aprender a identificar las oportunidades del entorno para generar negocios.
Esto implica ser flexible, atreverse a experimentar y arriesgarse cuando sea necesario, adaptándose rápidamente a los cambios.
Algunos puntos importantes que deben tomarse en cuenta son los siguientes.
Al momento de elegir gente para laborar dentro de la empresa, es recomendable buscar aquellos que cuenten con visión emprendedora. Este tipo de persona se caracteriza por:
No tener miedo de tomar riesgos.
Ven oportunidades donde otros ven problemas.
Son proactivos, independientes y con iniciativa. Pasan rápidamente de la idea a la acción.
Habilidad para gestionar y relacionarse con las personas.
Capacidad para resolver problemas complejos.
Constantemente se fijan nuevas metas por cumplir.
Generar espacios dentro de la compañía y brindarles las herramientas adecuadas para que estos intrapreneurs puedan desarrollar todas sus capacidades. Para conseguir retener a estos talentos es necesario que sus metas personales y las de la empresa sean capaces de compaginar.
Personas con este perfil, a pesar de caracterizarse por ser muy independientes, pueden perfectamente integrarse a una empresa siempre y cuando se les ofrezcan posibilidades de desarrollar su potencial.
Además, para ellos representa una excelente oportunidad de que sus acciones tengan un impacto mayor al que obtendrían trabajando por su cuenta.
A pesar de que la empresa debe preocuparse por incluir emprendedores natos dentro de su fuerza de trabajo, siempre habrá empleados que tengan otro perfil.
Es importante que los trabajadores que cuenten con una mayor cultura y visión emprendedora sean capaces de influir en todo el equipo, motivándolos a que participen en la generación de ideas y que tengan más iniciativa. Es importante que se fomente el liderazgo en el trabajo y se tenga un buen clima laboral para los colaboradores.
Actualmente, no basta con estudiar en la universidad para triunfar. Una economía cada vez más competitiva y dinámica requiere de más habilidades y mayor especialización para saber emprender.
Por ello es importante invertir tiempo y recursos en capacitar a nuestro capital humano para potenciar su desempeño. Algunas medidas que pueden ayudar en este sentido son:
Tutelaje durante el proceso de generación de ideas y su puesta en práctica.
Entrenar los valores fundamentales para emprender.
Motivar y premiar el emprendimiento.
Evitar penalizar los fracasos y en cambio, utilizarlos a su favor como una oportunidad de demostrar que son capaces de enmendar los errores. Un emprendedor se caracteriza por la confianza en sí mismo y en sus proyectos.
Un ejemplo real de un emprendedor de toda la vida es Steve Jobs, quien empezó de cero y llegó a fundar una de las empresas más prestigiosas de todo el Mundo: Apple.
La habilidad de Jobs para reconocer las oportunidades de negocio y adaptarse al entorno lo llevaron a salvar a la compañía cuando estaba al borde de la bancarrota.
La cultura del emprendimiento se consigue con la adopción de nuevas actitudes y el desarrollo de habilidades enfocadas en la innovación. Brinda la flexibilidad e iniciativa necesarias para enfrentarse a los constantes cambios de la era tecnológica, siendo la base a partir de la cual una empresa crece y se vuelve competitiva.